El día que robaron mi celda.

Decía un conocido personaje de Hollywood que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar. De hecho, todos los días son unas enormes cajas de bombones, y a pesar de que tengas ya tu día planeado, nunca sabes lo que te espera a la vuelta de la esquina.

En lo personal yo soy una abeja de rutinas, casi con un desorden obsesivo compulsivo, pues tengo muchos rituales para evitar los incómodos olvidos, el problema es que si a alguien por la razón que sea me interrumpe, siempre me genera un problema. Por ejemplo, al llegar a mi celda siempre en el mismo orden abro la reja de enfrente con la mano derecha, dejo mi bolsa en la mesa del patio, saco las llaves y abro la puerta, si suena mi celular o alguien me habla, seguramente dejare pegadas las llaves en la chapa y cerrare la puerta. ¡Claro! dos minutos mas tarde me volveré loca porque no puse las llaves en el portallaves como siempre lo hago, para luego de cinco minutos abrir la puerta y encontrarlas.

Un día, siguiendo mi rutina de siempre al intentar abrir la puerta sonó mi celular, era mi abejorro amado para preguntarme yo no se que cosa, entro a la casa y me quedo impactada, todo estaba revuelto, cosas tiradas por todos lados e ingenuamente le pregunto al dueño de mis quincenas: “Amor, ¿viniste a la casa a buscar algo?, por supuesto él me responde que no y yo sin caer en cuenta de lo que había pasado, le dije, pues creo que nos robaron porque esta todo revuelto. Fue hasta entonces, después de pronunciar esas palabras, cuando comprendí lo que realmente había pasado. El mismo instinto de sobrevivencia me hizo dar un paso para atrás y casi salir corriendo.

Salí de la casa, seguramente pálida del susto, porque no sabía si aun había alguien dentro, lo raro fue que ninguna chapa estaba forzada. Mis abejas vecinas, quienes siempre están en el mitote, me vieron e inmediatamente se acercaron para que les contara el chisme, ya con ellas me atreví a entrar a la celda y encontramos que el zángano ladrón entro por la parte trasera.

Lo más frustrante, fue cuando dimos parte a las autoridades de la colmena, pues nos tuvieron esperando cerca de una hora y cuando por fin nos atendieron el oficial a cargo me dice: -¿En que le puedo ayudar?, yo empiezo como desesperada cacatúa parlanchina a describirle todo lo que había pasado, intempestivamente me interrumpe con otra pregunta: -¿su casa esta asegurada? Y yo con los ojos desorbitados: -¿¡no!?- , él con cara más de aburrición que de otra cosa pregunta: -¿le robaron algún documento oficial? Y yo: - Si, mi pasaporte -. ¡Ah! entonces pase a esa ventanilla.

Y cual si fuera a comprar tortillas, me forme en una fila, luego una señorita no muy amable me tomó mis datos, me dio la copia del acta que levanto y dijo: -el siguienteeeee!!

Es tan, pero tan común el robo a casa habitación que ya nadie se inmuta si te sucede, al contrario te dicen que tuviste suerte porque entraron mientras tu no estabas, no te lastimaron y por eso debes estar agradecido, y a tu querido lector, ¿has sido victima de la delincuencia?