domingo, 30 de enero de 2011

Secreto a voces

Hola querido lector, ¿te ha pasado alguna vez tener que fingir sorpresa cuando una amigo te cuenta un “secreto” porque alguien mas ya te lo contó y te pidió total discreción?, esta semana que paso esa fue una constante en mi vida.

Resulta que en el panal hubo un recorte de personal y un día por la noche recibí una llamada avisándome que una muy buena amiga sería despedida. Esta información se filtro de un contacto confiable “muy discreto”. Cuando llegue a trabajar al siguiente día en los pasillos no se hablada de otra cosa y todo el mundo lo sabía, excepto ¡claro¡ la abeja que sería despedida. Nadie se atrevía a decirle, ni yo misma pude hacerlo.

Una hora más tarde, recibí la llamada de mi amiga pidiéndome que fuera a su oficina para contarme que la habían despedido y las razones que le había dado su jefe. Por supuesto, yo tenía que poner cara de sorpresa, porque se supone que ni yo ni nadie más estábamos enterados de esa tragedia.

Como no fue la única despedida, hubo mucho rumores de “radio pasillo” sobre cuántas personas serían incluidas en el recorte, si les iban a dar su finiquito, si realmente era por falta de solvencia de la empresa o tenía que ver con su desempeño como miembros del equipo.

Cada abeja tenía una versión de los hechos diferente con una mezcla de realidad y de suposiciones donde estas últimas ocupaban más del 80% de la historia que te contaban.

Lo que más llamó mi atención en esa situación era como cada persona con la que hablaba me decía: “Pero por favor, no le cuentes a nadie”. Yo sonreía y pensaba, ¿de verdad creerá que esto es discreción?.

Más tarde se supo que cada teoría conspiratoria había salido de una misma abeja chismosa quien esparcía la noticia con diferentes vertientes de acuerdo a su conveniencia y lo más chistoso era que todos los sabíamos. Sin embargo, todos poníamos cara de sorpresa cuando algún otro compañero llegaba a decirnos: “Les voy a contar algo, pero por favor, no lo cuenten”.

No sé si estas situaciones se den en las empresas de los humanos, pero en el panal esta historia se repite una y otra vez, los secretos a voces son el polen nuestro de cada día.

Por eso mi abejorro amado, que siempre es muy atinado me dice: “Si tienes un secreto que no quieres que nadie se entere, no lo cuentes porque en cuanto lo haces, deja de ser un secreto”

Y tú ¿cuentas tus secretos?

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