jueves, 18 de diciembre de 2008

Batalla Campal, Premio al ganador: Los niños.

Cuando recibimos la noticia que vamos a tener una abejita bebe, nos entra una especie de miedo y alegría mezcladas por la responsabilidad tan grande que se nos viene encima, nunca pensamos (al menos eso quiero creer) que tenemos en nuestras manos la mejor arma de chantaje hacia nuestra pareja.
Me refiero a esas relaciones de pareja que se rompen sin remedio y alguno de los padres (o ambos) toman a los hijos como el pretexto perfecto para darle en la madre a su pareja, no dejando que los vean, exigiendo dinero en cantidades exorbitantes o manipulando el pensamiento de los hijos para que odien al padre que no vive con ellos.
En nuestro afán de venganza por nuestros planes frustrados, alguna infidelidad o por el dolor que produce la ruptura de una relación, se pierde de vista la salud mental de los pequeños y se empieza una batalla campal de la que nadie sale beneficiado. Generalmente, las madres se quedan con la custodia de los niños y empiezan a hacer comentarios como “El irresponsable de tu padre, nos abandono y nos dejo sin dinero”, “Tu padre ya no nos quiere y por eso se fue de la casa”, y que hablar de las discusiones telefónicas donde uno y otro se insultan y se culpan de todos los problemas que tienen.

Para poder presionar sobre el pago de las pensiones para la manutención de los hijos, se empiezan a negar las vistas de convivencia con el padre que no vive con los pequeños, se niegan hasta las llamadas telefónicas y la convivencia, que ya de por si ve afectada por no vivir en el mismo domicilio. En otros casos, se pide a los niños que vigilen cada movimiento del otro conyuge, si recibe visitas, si sale con otras personas, donde vive, cuanto gasta, inclusive los toman de mensajeros para mensajes desagradables como: “Dile a tu madre que ya deje de gastarse el dinero en ella, el dinero que deposito es para tu educación y ella lo malgasta en tonterías”

Los hijos quedan en medio de un fuego cruzado, de una pelea que debería ser entre dos, pero a muchos les gusta hacerse los mártires e involucran a sus hijos sin pensar en todo el daño emocional que les están haciendo.