martes, 26 de agosto de 2008

Estrenando Celda!!!

Cuando era pequeña, por ahí de los 10 días soñaba con tener mi propia celda, poner mis propias reglas, deseaba con todo mi corazón que nadie me dijera a que hora debía dormir, comer, hacer la tarea o cuanto tiempo debía jugar con el polen, incluso pasaba algunas horas de mi día leyendo la sección de clasificados para ver si encontraba algún empleo donde aceptaran a una obrera tan pequeña como yo.

Paso el tiempo, crecí, me asignaron mis labores de obrera en mi panal, conocí al amor de mi vida y de pronto me asignan mi propia celda y tuve lo que tanto había deseado, vivir sin las reglas de mis papas y decidir en todo momento que quiero hacer, a donde ir, a que hora llegar al panal. ¡LIBERTAD! pensé emocionada.

Los primeros días en mi nueva celda fueron de los mas felices de mi vida, recuerdo que empezaron un jueves de la santa semana de la miel, por lo que no tendría que ir a trabajas sino hasta el siguiente lunes. (También las abejas tenemos días festivos). Tenía tantos y tantos planes, lugares para visitar, reuniones con los amigos que organizar, fiestas y diversión que no sabia por donde empezar, por lo que decidí hacer una lista de lo que iba a hacer, todo iba bien hasta que de pronto me puse a hacer cuentas de cuanto iba a gastar en esa ida a aquel jardín hermoso y en las cosa de la fiesta del siguiente día y vi mi bolsillo, ¡Diablos! Todavía faltaba una semana para la quincena, así que ¡¡adiós planes!! A pesar de ese pequeño inconveniente, no me desanime, rente películas y pase los días de asueto, muy bien acompañada, viendo tele y demás.

El lunes, me levanto para ir a trabajar y cual fue mi sorpresa que no había miel que llevar a la oficina ni para y no tenia absolutamente nada en el refri. Dije, que importa, compro algo en el trabajo. Mi alimentación fue desde hamburguesas y comida china hasta taquitos y burritos de la esquina, lo que obviamente repercutió en mi bolsillo y en mi figura.

Por fin llego la quincena, vuelvo a cobrar, hice mis cuentas, aparté lo de la renta, fui a comprar la despensa para mejorar mi alimentación, guarde lo del ahorro, compre lo que se necesitaba para la celda y ¡sorpresa! Tampoco me alcanzo el dinero para el viaje a al hermoso jardín ni para la fiesta con los amigos, aunado a eso, tenia un motón de trastes sucios que lavar, pisos que trapear, baño que tallar y nadie alrededor que quisiera hacerlo o de perdida ayudarme con la mitad.

Cuando era niña fantaseaba con desvelarme viendo tele todos los días, mi realidad es que después del arduo trabajo diario, lo único que quería es dormir porque me tenia que despertar temprano al siguiente día y me prometía desvelarme el viernes en una buena pachanga, pero mi economía como estaba, no me lo iba permitía.

Así poco a poco entendí todas y cada una de las reglas que mis papás ponían, entendí porque no debía dejar los trastes sucios para después y ahora limpio con gusto, compro comida saludable por convicción y deje de pensar en hacer fiestas por el gasto de dinero y el tiradero de cosas que quedan al terminar… Incluso ahora que tengo a mi hija obrerita, me oyes decirle: “Bizz, recoge esos juguetes por favor” o “Ya es hora de ir a la cama, que mañana hay que madrugar” exactamente como lo hacia mi mamá.

Fue hasta que viví sola cuando comprendí que ser independiente no solo es hacer lo que quiero y cuando quiero, sino es también mantener limpio mi espacio, planear para el futuro, administrar los gastos. Curiosamente, ahora sin que nadie me obligue hago todas esas cosas que odiaba hacer y hasta con gusto lo hago. ¿Y a ti, como te fue cuando te independizaste de tus papas?