Las historias y relatos aquí contados son ficticios productos de la imaginación de una abeja trabajadora compulsiva. Cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia.
lunes, 29 de junio de 2009
Hablando de cruzar el río
Había una vez un par de aldeas separadas por un rió. Cuentan que una mujer se había ganado los favores de un hombre de la aldea vecina, y esto había generado un gran disgusto en otra fémina que habitaba la misma aldea que el varón en disputa. Se sentía despojada del amor de su vida por una extraña que ni siquiera era residente de su misma aldea. Cómo su enfado era mayúsculo, estaba empecinada en desacreditar a su rival a como diera lugar.
En dichas aldeas, era costumbre que las mujeres se acercaran a la orilla del rió a lavar la ropa, momento en que la agraviada aprovechaba para gritarle a su adversaria, ubicada al otro lado del rió, una innumerable lista de improperios.
- ¡Eres una insolente, una pérfida, una engreída!- gritaba la crispada mujer. Mientras su rival hacia oídos sordos y continuaba su labor.
- ¡Maldigo el día que naciste, detestable ser!- insistía sin generar la mínima respuesta a sus ofensas.
- ¡Tonta, insensata, buscona, gusano rastrero!- Vociferaba con todas sus fuerzas, pero la total indiferencia era lo único que conseguía de su contraparte.
Esto se repitió por mucho tiempo, hasta que un día, durante los habituales bramidos la enfadada mujer le dijo:
- ¡Meretriz, desvergonzada, petulante y fea!-
- ¿Que me dijiste? – Contestó la otra
- ¡Meretriz, desvergonzada, petulante y fea!- Insistió con mas fuerza la disgustada mujer
- Eso si que no te lo tolero- expresó la difamada mujer, mientras se arremangaba la blusa preparándose para liarse a golpes.
- ¡A mi nadie me dice FEA, y por eso, si cruzo el río!
En México, nos enorgullecemos por cultivar el valor de la tolerancia. En buena medida, esta tolerancia es consecuencia de la libertad con que gozamos. Puedo no compartir las conductas de los otros, pero si defiendo la libertad que tienen de hacerlas, debo ser tolerante con ellos. No obstante lo anterior, así como la libertad tiene límites, en la misma medida debemos limitar la tolerancia.
Una tolerancia sin límites provoca indiferencia, y ello, anula parte de nuestra humanidad y nos hace aceptar lo que es indebido: que el resto haga lo que quiera, que a mí me da lo mismo. Durante mucho tiempo, hemos permitido como sociedad llenarnos de indiferencia, ignorancia, comodidad y egoísmo. La tolerancia bien entendida, requiere estar basada en ideas y principios. Si por el contrario, la basamos en la comodidad o el egoísmo, caemos en la indiferencia lo que se refleja en una sociedad permisiva.
Todos somos responsables de la corrupción y la impunidad que involucra a los actores públicos y privados de nuestro país. Al permitir que nuestra tolerancia se convierta en indiferencia, hemos dado pié a la mediocridad, y pasamos del “vive y deja vivir”, a convertirlo, como decía Alfred Polgar, en cínica indiferencia, en el “muere y deja morir”.
Todos tenemos límites, y así como en el cuento el calificativo de fea desató la indignación de la mujer, nuestra sociedad está siendo vapuleada por la creciente ola de violencia e impunidad que impera en nuestro País. Ojalá despertemos y seamos intolerantes por solidaridad.
Comienzan a darse señales en ese sentido, Los medios de comunicación tienen más libertad de información y eso alienta la transparencia. Las organizaciones de la sociedad civil han comenzado a involucrarse cada vez más en la vigilancia de las actividades del Estado. Desgraciadamente, estos esfuerzos son más evidentes del lado de los gobernados que de los gobernantes. Es curioso ver las reacciones de algunos de nuestros gobernantes. Culpan a los medios de información tachándolos de alarmistas, intentan convencer a sus gobernados de que aquí no pasa nada, o ya de plano, rechazan la posibilidad de que un instituto conformado por ciudadanos supervise el trabajo de las autoridades en materia de seguridad. Seguramente se quieren vigilar ellos mismos, con eso de que “perro no come perro”, hágame Usted el favor….
Hagamos nuestra parte. Rechacemos la corrupción en todas sus manifestaciones, desterremos la cultura a la “tranza” cultivemos valores en nuestros hijos asumiendo que el ejemplo es la mejor enseñanza. Seamos intolerantes con la indiferencia. No comparto el postulado de que tenemos el gobierno que merecemos. En todo caso, tenemos el gobierno que hemos tolerado. Espero que ahora sí crucemos el rió.
Tomado de http://pacocalderon.net/modules/myalbum/photo.php?lid=2259#comment29889
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